Cómo convencer a las personas mayores de que ya no pueden vivir solas
Personas mayores que ya no pueden vivir solas
Los días de vacaciones propician un ambiente de mayor calma y tranquilidad, que posibilita una mayor convivencia familiar. Lo que el día a día nos ha impedido observar, esos días de calma y dedicación han delatado. Nuestros mayores comienzan a necesitar una ayuda en casa. Y ahí viene la complicación, cómo convencer personas mayores que ya no pueden vivir solas.
Si has observado que Las tareas que antes eran rutinarias, como hacer la comida y limpiar la casa o asearse, se han convertido en un trabajo arduo Vemos que han descuidado la alimentación o incluso la higiene, no por desidia, sino porque les requiere un mayor esfuerzo. De repente la familia observa que debe dedicar mucho más tiempo a la ayuda y soporte de sus mayores. Tiempo del que en muchos casos no dispone, por horario, residir en otra localidad u otras obligaciones.
El aumento de la esperanza de vida, que en España es de 83 años según los últimos datos del INE, unido a un ritmo cada vez más exigente, hace imposible a las familias hacerse cargo en su totalidad de nuestros mayores. Para muchas personas las residencias no son una solución, ya sea por el coste económico o por el deseo de los mayores de permanecer en su entorno, su hogar de toda la vida, con sus vecinos, comercios etc.
Como solución alternativa existe la posibilidad de contratar un cuidador para que acompañe y ayude a los ancianos durante esas horas que las familias no pueden. Pero el problema surge cuando los mayores se resisten a que un profesional les eche una mano en sus tareas cotidianas. Algunas personas se resisten a pedir ayuda, porque no desean causar mayor preocupación a su familia. Otras temen que un cuidador profesional desplace la atención que hasta la fecha ha recibido de su familia.
Otro problema añadido es cuando en una pareja el anciano todavía cuenta con sus facultades plenas, pero tiene un déficit de movilidad, que suele ser normal de la edad. Lo habitual es que desee que su parea sea quien ejerza los cuidados “porque siempre ha sido así” y es difícil que ellos vean el deterioro de su pareja. En estos casos, el resto de la familia debe trabajar para poner en evidencia el beneficio que supondrá para ella una persona que ayude en casa y los acompañe. Normalmente nadie desea que su pareja lo pase mal. Por ello ofrecer de una manera adecuada la ayuda, suele ser suficiente.
En otros casos es la persona cuidadora de la pareja, la que se opone, pues se puede sentir menospreciada o apartada de lo que siempre ha sido su responsabilidad. En ese caso de ha de trabajar para no retirarle el control de los cuidados, salvo que ahora dispondrá de la ayuda de un cuidador.
Situación de merma cognitiva
Ello puede traer una complicación mayor, ya que no se trata de convencer a la persona de la necesidad de una ayuda. La necesita tanto si la acepta como si no. Por ello se recomienda en estos casos la rutina como trabajo base. De tal manera que poco a poco vayan acostumbrándose a la presencia de un cuidador. Puede que el proceso sea algo más largo, o que necesitemos de más de una selección hasta la puesta en marcha. Pero los resultados se logran en 30 o 40 días máximo.
Pero para que todo sea un éxito la familia debe ponerse en manos de profesionales. De tal manera que puedan disponer en cada momento del cuidador que mejor de adapte a las necesidades de la casa y los mayores.
Nuestros servicios
Desde Institució Ibars ofrecemos un servicio de asesoramiento, acompañamiento y puesta en marcha, de servicios en estos casos. Orientando desde el primer momento a las familias y aportando confianza y seguridad a nuestros mayores.
En un primer momento solicitamos a la familia que defina inicialmente las necesidades. Ya que son ellos quienes deben decidir las prioridades, y qué ayuda necesitan los mayores de la familia.
Una vez definidas realizamos una valoración domiciliaria por parte de trabajadores sociales, en la cual se revisan tanto la situación de los mayores, sus necesidades como las prioridades definidas por la familia. De esta valoración se saca el perfil de las personas que precisan. Si fuera necesario se valora con las familias, si se diera el caso, sobre las prioridades seleccionadas.
A partir de ese momento y de manera conjunta se pone en marcha el servicio. Se atiende a las reticencias de los mayores, en caso de que las tengan y se persevera hasta lograr la estabilidad. Durante dicho proceso se van salvando los diferentes obstáculos que puedan ir poniendo. Tanto a la persona seleccionada, sus tareas, maneras de hacerlas etc., hasta irlas corrigiendo. Una vez se sienten cómodos con la ayuda, se darán cuenta que vuelven a recuperar autonomía respecto a la familia y no querrán perder la ayuda. Será el momento en el que nuestro equipo habrá finalizado la etapa de puesta en marcha en coordinación con la familia. Ahora solo queda realizar el seguimiento y estar atentos para detectar cualquier otra necesidad que surja en el tiempo. Porque nunca debemos olvidar utilizando una frase de Sally Koch que:
“Las grandes oportunidades para ayudar a los demás rara vez vienen, pero las pequeñas nos rodean todos los días.”
- Escrito por Institucio Ibars
- A 16 septiembre, 2019
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