Antes, a las obsesiones en ancianos se les solía llamar “manías de viejos”. Aunque es verdad que, al entrar en la senectud, no es extraño que las personas mayores adopten ciertos gestos repetitivos o insistan en contarnos la misma historia como si fuese la primera vez, no debemos confundir eso con problemas más serios.
Estos problemas, cómo son el trastorno obsesivo-compulsivo o TOC, pueden haber estado siempre ahí (en grado leve) y acentuarse con la vejez o aparecer de repente. En ocasiones, una enfermedad neurodegenerativa agrava su evolución. Es importante saber que existe tratamiento para las obsesiones en ancianos y cómo la manera de afrontar este problema por parte de los cuidadores y del entorno más próximo puede influir en que se manifieste con mayor o menor intensidad.
Recuerda que en Institució Ibars no solo prestamos asistencia a domicilio. También cuidamos del cuidador enseñándole cómo hacer más llevadero el día a día para la persona a su cargo y para él mismo, o echando una mano con los trámites necesarios para recibir las ayudas del Estado cuando la persona mayor a la que cuidas es, además, una persona dependiente.
Qué es el trastorno obsesivo-compulsivo y cómo afecta a las personas mayores
El trastorno obsesivo-compulsivo es una enfermedad mental asociada a la ansiedad. Se caracteriza por la aparición de pensamientos intrusivos o sensaciones desagradables, que se calman al realizar un movimiento o recitar unas palabras. El paciente llega a hacerlo sin darse cuenta. El ejemplo típico sería el de las personas que se muerden las uñas cuando están estresadas y ni siquiera se dan cuenta de que lo hacen.
Cuando el proceso de alteración y consecuente conducta para calmarla interfiere en el día a día o en las relaciones familiares y sociales, hablamos de TOC.
En personas mayores, el tratamiento de obsesiones en ancianos es mixto: se combinan fármacos con terapia conductual.
Existen factores genéticos que aumentan el riesgo de padecer TOC, pero también puede aparecer como consecuencia de la soledad del anciano. Una persona mayor puede estar acompañada todo el día y, sin embargo, sentirse sola por haberse visto obligada a abandonar su rutina o porque siente que sus familiares o cuidadores no le comprenden.
Cuando, además, hay enfermedades como puede ser el Alzheimer, la persona va quedando encerrada — metafóricamente— dentro de un cerebro con capacidades cada vez más limitadas.
Si la familia o el cuidador regaña a la persona mayor por levantarse cinco veces para ver si está la puerta cerrada con llave, lo que hará es empeorar el problema. Es mejor dirigirse al anciano con voz calmada y explicarle que todo está en orden, que te has encargado tú mismo de verificarlo, o incluso permitir que te acompañe una vez para que lo pueda comprobar. Después, si vuelve a insistir, le recuerdas que ya lo habéis mirado juntos.
Las obsesiones en ancianos serían una forma menos visible de TOC, porque no existe la conducta apaciguadora. Si la persona mayor se encierra en sí misma o tiene la facultad de comunicarse muy mermada, podríamos ni siquiera ser conscientes de su sufrimiento, si no hemos recibido la formación adecuada para trabajar con y cuidar a pacientes geriátricos. Por este motivo, recomendamos ver a la persona mayor que tiene a tu cargo y entrevistarnos con ella (puedes estar presente), incluso en los casos en los que nos solicites ayuda solo para ti.
Tipos de obsesiones en ancianos más frecuentes
Luces y gas
La inquietud al pensar que las luces de otra sala están encendidas y gastando, la puerta de la casa no está cerrada con llave o que el fuego está encendido pueden darse en personas jóvenes, aunque son más comunes en ancianos. Muchas veces, esta obsesión aparece tras un olvido real, que pudo acabar en tragedia. Por ejemplo, si el fuego se quedó encendido y han tenido que acudir los bomberos.
La forma de afrontar estos accidentes previos por parte de la familia y los convivientes tiene mucho impacto en la evolución posterior. No es lo mismo que la persona mayor se inquiete por si el olvido se repite a que viva atemorizado, también, por el miedo al enfado de sus cuidadores.
La obsesión por ir al baño en ancianos
En este caso, no siempre estamos ante una obsesión que surge de la persona mayor, sino que a veces es alentada por los familiares. También puede suceder que el anciano necesite ir al baño cada poco tiempo porque tenga una infección urinaria.
Pero, en general, el problema aparece ante la insistencia y excesiva atención por la defecación diaria que atormenta a algunos cuidadores. El anciano lo nota y lo asimila.
En otros casos, puede suceder que la persona mayor, con principios de demencia, se olvide de que acaba de ir al baño hace poco, y crea que es la hora acostumbrada.
Un familiar les roba
Esta obsesión es muy común en personas mayores con demencia o con Alzheimer. Sospechan de un familiar nada más, de todos o del cuidador que acude a ayudar en el domicilio.
Contaminaciones o falta de higiene
Otra obsesión frecuente en ancianos es el miedo a contaminarse o contagiarse con alguna enfermedad por cosas tan simples como dar la mano.
También podemos encontrar la versión opuesta, una negativa irracional a mantener la higiene básica.
Como habrás visto, las obsesiones en ancianos son frecuentes y pueden deberse a un trastorno obsesivo-compulsivo, a un deterioro cognitivo o a la propia senectud. Las hay de varios tipos, unas más llevaderas que otras, y también se ven con diferentes grados de intensidad.
Es importante diferenciar las obsesiones de lo que entendemos por pequeñas manías, y poner tratamiento a las primeras. También debes asesorarte sobre cómo es mejor comunicarte con la persona a tu cargo cuando esos pensamientos intrusivos hacen acto de presencia, para transmitir calma en lugar de más malestar. Y, por supuesto, tienes que aprender a diferenciar la urgencia por ir al baño obsesiva con la causada por una enfermedad como puede ser una diarrea o una infección urinaria.