Atención domiciliaria y cuidado de mayores en verano

Resulta muy frecuente que los días de verano en los que pasamos más tiempo en familia y sin el agobio de horarios nos percatemos de que nuestros mayores ya no disponen de la autonomía de antaño y necesitan una ayuda adicional. Normalmente durante el resto del año por motivos de trabajo, distancia u otros, el contacto se reduce a una llamada telefónica o una visita acelerada. Es cuando disponemos de mayor relajación cuando podemos detectar estas disfunciones, por lo que tampoco la familia debe sentirse culpable de ello sino afrontar con naturalidad la nueva situación.

En ese momento nos podemos encontrar con diferentes obstáculos,

  1. La reticencia de nuestros mayores a recibir ayuda. Es la más normal de las situaciones en las que una persona activa que siempre ha tenido una autonomía total no acepta de buen grado la nueva situación de dependencia o que ya no puede cuidar a su familiar o pareja como lo hacía antes, sino que también tienen que ser cuidada. Este obstáculo en la práctica es el más fácil de salvar. oldhands.jpgUna vez vencida la reticencia inicial si se le ofrece un servicio de ayuda domiciliaria éste es aceptado de muy buen grado pues la persona dependiente ve descansada su actividad diaria, se siente más relajada y se dará cuenta que a pesar de la ayuda continúa tomando decisiones en su casa.
  2. La elección del tipo de servicio se convierte inicialmente en una duda muy importante para la familia. Asumir los nuevos costes que se puedan originar, horas o ayuda necesaria etc. Para ello siempre es aconsejable dejarse asesorar por profesionales que ya tienen la experiencia de muchos casos similares y que pueden orientarles a cerca del tipo de servicio y las opciones más económicas para ello, si obviamente el presupuesto fuese limitado.
  3. La Residencia o domicilio como opciones. Es frecuente también observar las discusiones entre familiares sobre la mejor opción, escoger entre residencias o domicilio. Sin duda esa es una opción en muchos casos personal. Pero una persona mayor siempre está mucho más cómoda en su vivienda, si su dependencia o enfermedad le permite una correcta atención. Como en ocasiones la familia no dispone de tiempo o medios para poder realizar el seguimiento, piensan que la Residencia es una forma segura para garantizarse la atención de su familiar. Pero para ello también organizaciones como Institució Ibars han puesto en marcha servicios de seguimiento más allá del propio servicio de atención domiciliaria que además de garantizar el cuidado de ancianos o dependientes también garantizan el seguimiento de cualquier imprevisto que pueda surgir, enfermedad, mantenimiento de una dieta o tratamientos adecuados, visitas médicas y controles periódicos así como la detección de cualquier otra anomalía o variación en la dependencia de la persona seguida.  Ello aporta una doble tranquilidad a la familia y a los usuarios que pueden en los últimos años de su vida  continuar disfrutando de la comodidad del hogar y las atenciones necesarias.

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